Los diferentes modelos de mezcladores surgen principalmente del efecto deseado en los materiales que se van a mezclar. En función de los componentes químicos y minerales de los materiales que se van a mezclar y la viscosidad resultante, hay que usar la geometría de mezcla adecuada para cada caso.
Los materiales con base de resina artificial constan de dos componentes que deben mezclarse: una resina y un componente de endurecimiento. Los componentes no se mezclan hasta poco antes de su aplicación. La proporción adecuada de mezcla de estos componentes es muy importante. Si se usa demasiado endurecedor, el componente reacciona y se endurece más rápido, si se usa muy poco, se obtiene una superficie adherente, pero sin endurecer. Para evitarlo, los fabricantes sirven la resina y el endurecedor en dos conglomerados adicionales, denominados conglomerados combi, para descartar los errores de dosificación desde el inicio.
Los componentes solo pueden reaccionar y lograr el efecto deseado si están mezclados de manera uniforme en la mezcla. Se requiere una mezcla completa y cuidadosa. En este contexto, el tiempo de aplicación de las resinas es muy importante y hay que respetarla a toda costa. Porque los componentes inician una reacción química (polimerización) y comienzan a endurecerse tras solo unos minutos. Por ello, el material debe aplicarse de manera rápida y sin interrupciones, si no, es posible que se adhiera a la superficie.
En cuanto a su consistencia, los materiales de resina pueden ser líquidos para poder aplicarlas con rodillos de pintura o una brocha como imprimación o base de adherencia sobre las superficies. Otras son más viscosas y se usan como revestimiento de superficie, por ejemplo, como suelo industrial. En el saneamiento de hormigón o en elementos muy dañados, estos productos de resina se complementan con arena de cuarzo y se usan como mortero plástico.
En estos casos, se recomiendan mecanismos mezcladores con dos husillos (Xo-R duo) con herramientas mezcladoras entrelazadas. Las herramientas mezcladoras que se mueven en sentido opuesto, atraen el material y «fuerzan» su desplazamiento a la zona de mezcla entre los mezcladores. En este contexto, el material se mezcla muy bien y el proceso de mezcla avanza muy rápido.